"Cuando zarpa Azorín" y otros exitos

Todo el que se precie sabe, que no hay nadie más feliz en el mundo que Pepín Tostao, con un órgano tipo Dioni. El gitaneo le "corre" por su sangre avícola y eso de subirse a un tablao le rejuvenece. Estaba apunto de sacar al mercado su segundo elepé "Cuando zarpa Azorín" cuando la mala fortuna ha querido cruzarse en su camino causando un daño irreparable... Pero, ¿Cómo ignorar la omnipresente piscina? Esos tiros de bomba y esa abuelita anglosajona saltando por el trampolín a grito de "¡Adrenalaaaaaiiiiiiiiinnnn!" Posiblemente nadie, pueda ignorarlo, ni siquiera Pepín. Y claro, al ver tanta jovencita en bikini se le enciende el "piloto automático" (creánme, es mejor llamarlo así) y crece en él la importancia de exhibir su cuerpo atlético y fibroso ante la juventud femenina, pero la edad, los kilos de más y las chanclas húmedas no son un buen aliciente para un hombre de estas caracteristicas físicas, observa que la abuelita se lo pasa bien en el trampolín por lo que quiere unirse a ella. Cuando está allí se cree poderoso, recuerda el ímpetu y el brío por los que era famoso en su época, ve que todo el mundo lo mira desde el césped y se decide: ¡Por la LOGSE! grita mientras se tira. Pero la siempre presente ley de la gravedad hace de las suyas y cae estrepitósamente al bordillo sin tiempo para abrir las alas. Fifi Bucanan está en ese momento escribiendo una carta a la (no)directiva para que incluyan rayas en su uniforme, pero el ruido le hace saltar de la silla y corre para salvar a Pepín, que tiene la mano lastimada. Fifi se lo hecha al hombro (es que va al gimnasio) y lo lleva al botiquin donde le comunica que debe operarse. Pepín se hunde en una profunda depresión, porque sabe que sin mano sana no hay órgano, sin órgano no hay elepé y sin elepé... sin elepé no hay nada.